Todos recordaremos con cierto cariño esos momentos en la escuela en los que el profe de mates nos aburría con sus raíces cuadradas, o la profe de literatura, que era muy progre, nos daba la plasta contándonos sus aventuras por la Praga de Kafka... Y nosotros que hacíamos? Pues fácil, jugar a los barcos, o si no se podía hablar, a los cuadrados.
El juego es de lo más simple. Usando una hoja de papel, preferentemente cuadriculada para hacer el tablero más rápidamente, se sembraba una superficie cuadrada o rectangular de puntos equidistantes entre sí, de modo que al unirlos en linea recta, vertical u horizontal, se hicieran cuadrados. Y este era el objetivo del juego conseguir cerrar más cuadrados que tu oponente. La regla es que una raya por turno, y al conseguir cerrar cuadrado, turno extra.
Aquí tenemos un buen ejemplo.
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